Los niños viven con alegría el momento de la merienda.
Esta pequeña comida, situada entre las dos principales, debe
proporcionar la energía necesaria para afrontar las actividades de la
tarde-noche, pero sin quitar el apetito para la cena.
Es importante valorar el momento de la merienda del niño y escoger alimentos que contengan, sobre todo, azúcares (fuente de energía), proteínas (para la construcción del organismo) y vitaminas, sin exagerar con las grasas.
A la hora de la merienda, hace falta una recarga energética inmediata, por lo que se deberán suministrar azúcares simples (que
se absorben con mayor facilidad), que se encuentran principalmente en
la fruta. En cambio, están desaconsejados en las horas nocturnas, cuando
el organismo se prepara para el descanso. A estos azúcares se añadirán
alimentos que proporcionan carbohidratos complejos, con el fin de garantizar una "reserva" de energía.
Los
alimentos que los contienen son el pan, las galletas y los cereales en
general. Por lo que respecta al aporte de proteínas, se aconsejan los
productos derivados de la leche (yogur, queso, etc.), mientras que para las vitaminas, la fruta sigue
desempeñando un papel protagonista, contribuyendo asimismo al aporte de
fibra, beneficiosa para regular el funcionamiento del intestino.
Ha
de prestarse una mayor atención, en el caso de que el niño sufra un
poco de sobrepeso, con el fin de evitar el riesgo de proporcionarle un
exceso de calorías. Un recurso útil para los pequeños
que prefieren "picar" durante la merienda, para después hacer remilgos a
la hora de la cena, consiste en la denominada "finger food" ("alimentos
que se comen los dedos").
Se trata de comer alimentos sueltos
(una galleta, un trozo de manzana, un trozo de queso o un poco de pan),
que pueden ofrecerse al pequeño para mantenerlo ocupado en espera de la
comida, limitando de este modo los problemas de exceso de calorías y de
inapetencia durante la cena. Los ingredientes base para una merienda equilibrada son: fruta, cereales y leche, con los cuales es posible inventar cada vez meriendas diferentes.
Éstas son algunas ideas:
•Yogur natural. Puede endulzarse con miel y azúcar, y enriquecerse con trocitos de fruta.
•Yogur de fruta. Deben evitarse las frutas que todavía no come, como las fresas y los arándanos, y constituye una elección muy práctica.
•Productos típicos para la infancia. Suelen estar compuestos de yogur y fruta, o de queso y fruta, a los que se añaden galletas o cereales.
•Zumos o néctares de fruta.
Se debe dar preferencia a los específicos para la infancia, que
garantizan un control absoluto de las materias primas, acompañados de
alguna galleta.
•Batidos. Se pueden preparar con leche de crecimiento y fruta. |
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