El baño es, además de un hábito necesario de la higiene de nuestro hijo, un momento relajante y divertido para la mayoría de los bebés... ¡y también los padres! Conviene que, desde el principio, elijamos la bañera y el lugar más adecuado para bañar a nuestro bebé ya que, de ese modo, podremos despreocuparnos y disfrutar con nuestro hijo del momento del baño.
La bañera del bebé debe ser anatómica y de plástico antideslizante. Puede colocarse encima de una mesa o dentro de la bañera de los adultos, aunque esta última opción resulta más incómoda.
En el mercado existen muchos tipos de bañeras: de plástico, plegables, bañera-cambiador, inflables...
Las bañeras-cambiador evitan tener que trasladar al bebé a otra habitación y tener que preparar un sitio diferente para secarle y vestirle. Suele ser cómodo que pueda colocarse sobre una mesa o superficie elevada para no tener que agacharse.
En cualquier caso, asegúrate de que la bañera sea estable cuando el bebé se encuentre en su interior y de que el material de fabricación no sea tóxico.
La habitación dónde bañes a tu bebé debe estar a una temperatura agradable, aproximadamente unos 20 grados, y no debe tener corrientes de aire, focos de luz directa ni ruidos. De este modo, favorecerás que el baño sea un momento agradabe y relajante para tu bebé.
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